Si hay algo que está claro, es que la acuarela es difícil de dominar. Cuando empiezas, los errores se acumulan, nada sale como esperas y acabas con desastres que parecen cualquier cosa menos arte. Nos ha pasado a TODOS.

He escuchado muchas explicaciones sobre por qué es tan complicada: que si el papel seca demasiado rápido, que si no se pueden corregir errores… Y sí, estos factores influyen.

Pero para mí la verdadera dificultad está en otra parte: el control de la humedad, tanto en el papel como en el pincel.

Si consigues controlar cuánta agua hay en el papel y cuánta llevas en tu pincel, controlas la acuarela. Así de simple.

El problema: dominarlo no se consigue en dos días. Hace falta práctica, sí, pero también una guía clara.

En esta Newsletter voy a tratar de resumírtelo:


Los estados del papel

Papel seco

Fácil de controlar. Aplicas una pincelada sobre el papel seco y el pigmento queda justo donde lo pones. Ideal para realizar bordes duros y detalles.

trazo de acuarela con pincel humedo sobre superficie seca

Papel encharcado

Esta vez, humedeces primero la zona que vas a pintar, porque quieres generar unos bordes suaves para pintar por ejemplo, unas nubes. Error típico de principiante: pones demasiada agua y después, al aplicar la pincelada de color, el pigmento se descontrola.

Aparecen manchas y frustración.

Al principio quizás te cueste identificarlo, pero si inclinas el papel verás los charcos moverse:

Está claro que no es necesaria tanta agua.

Papel húmedo (el estado ideal)

Esta vez, humedeces la zona pero te encargas de que la cantidad de agua sea la justa para que esté igualmente repartida por toda la zona. La mejor manera de comprobarlo es notar que la textura del papel es visible y homogénea.

En este caso, cuando apliques color la pintura se expandirá, pero de manera suave y controlada. Perfecto para tus nubes:

Papel húmedo a punto de secar

Este es un terreno peligroso: aquí nacen las temidas coliflores. Si tu pincel lleva más agua que el papel, prepárate para sorpresas.

En el siguiente ejemplo hay una capa azul que está empezando a secarse. Lo sé porque veo que no todas las zonas brillan igual. Las esquinas empiezan a dejar de hacerlo.

Si aplico una pincelada, es muy probable que aparezcan coliflores, pues el papel no está suficientemente húmedo (y por tanto, tendré mas agua en el pincel que en el papel):

Este por desgracia es el punto más difícil de identificar. Yo personalmente evito trabajar cuando el papel ha llegado a este estado. Así que espero a que la capa se seque del todo, y trabajo después utilizando una nueva capa.


El agua en tu pincel

La otra mitad del secreto. La regla de oro: tu pincel siempre debe tener menos agua que el papel.

  • Si el papel está húmedo y quieres añadir otro tono, usa una mezcla más densa, con menos agua. Así el pigmento se asienta y se integra sin invadirlo todo.
  • Si tu pincel lleva demasiada agua… ya sabes lo que pasa: ¡coliflor inmediata!

Como ves, la acuarela no se trata de luchar contra el agua, sino de aprender a negociar con ella. Si entiendes estos estados y ajustas la cantidad de agua en tu pincel, dejas de depender de la suerte y empiezas a pintar con intención. Para esto no te queda otra que practicar.

Y créeme: en el momento en que sientas que eres tú quien controla la humedad, la acuarela deja de ser frustración y pasa a ser puro disfrute.

Te lo garantizo.

Nos vemos en dos semanas.

Gracias 🙂

Atte:

Ander Watercolor


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